Guatemala: Indígenas mayas oran por un nuevo amanecer
Falta un mes para que culmine el 13 baktum, el fin del ciclo más largo de 5.200 años en el calendario maya, conocido como la "cuenta larga", y que -con el apoyo entusiasmado e interesado de Hollywood- algunos interpretaron como una profecía del fin del mundo.
Chamanes en el ritual.
QUIRIGUA, Guatemala.- Siete guías mayas elevan plegarias frente al "sagrado fuego", en la Gran Plaza de centro arqueológico guatemalteco de Quiriguá, con la ilusión de que el inicio de una nueva era en el calendario maya, en el solsticio de diciembre, sea un renacer, sin discriminación ni odio.
Con reverencia, algunos sacerdotes en su lengua materna y otros en español, hacen sus peticiones al Creador y Formador frente a la fogata donde se incinera la ofrenda compuesta por 13 resinas de árboles distintos, velas de cera de varios colores, semillas, azúcar, pan y chocolate.
Falta un mes para que culmine el 13 baktum, el fin del ciclo más largo de 5.200 años en el calendario maya, conocido como la "cuenta larga", y que -con el apoyo entusiasmado e interesado de Hollywood- algunos interpretaron como una profecía del fin del mundo, dando origen a un negocio global.
Pero este miércoles en la quietud de la selva al amanecer los guías mayas, por turnos, lanzan su mensaje. Uno critica al hombre por la "destrucción y exterminio de bosques y montañas". Otro pide que "se aleje la maldad y llegue la fraternidad". Todos se ilusionan con la felicidad que debería traer el nuevo ciclo
Los preparativos de la ceremonia se inician a las cuatro de la madrugada cuando los rayos del "abuelo" sol aún no aparecen, pero el clima húmedo por la proximidad del mar Caribe convierte en confortable el amanecer en Quiriguá, (210 km al noreste de la capital guatemalteca).
En el sitio arqueológico, cuyo nombre significa Partición en maya, pero que el Instituto Guatemalteco de Turismo denomina Ciudad de Estelas, permanecen nueve losas de piedra talladas precolombinas, las más altas de las pertenecientes a los mayas localizadas hasta ahora, con una que incluso supera los 10 metros.
El área protegida es un enclave de 34 hectáreas rodeada por una vasta plantación bananera de empresas transnacionales, que también alberga pirámides, campos de juego de pelota, altares y escalinatas, así como las estelas y zoomorfos, enormes esculturas talladas con diversos animales mitológicos.
Los siete guías se colocan a la orilla del altar de cemento sobre el suelo en forma de circulo y a medida que avanza la ceremonia atizan el fuego y lanzan a las brasas puros de tabaco artesanal, cerveza y otros brebajes de los que emana un fuerte olor que se entremezcla con el aire puro de la zona.
"Ojalá se aleje la maldad y llegue la fraternidad. Pedimos a nuestro Creador que nos ilumine y sople para quitar todas las cosas malas que tenemos los seres humanos", afirmó con voz firme y con los brazos abiertos el guía que dirige la ceremonia, Estanislado Televario.
Acaba de amanecer en la selva húmeda. Una veintena de personas sigue la ceremonia, entre ellos un equipo de la France-Presse. Muy cerca, en el punto álgido de la ceremonia, un pequeño avión hace vuelos rasantes sobre la plantación bananera, lanzando pesticidas dudosamente beneficiosos para el medio ambiente.
El sacerdote Juan Chiriz no duda e implora un cambio de actitud en el ser humano, al que culpa por la "destrucción y exterminio de bosques y montañas, así como la contaminación de ríos y lagos, de nuestra madre naturaleza".
"Tenemos que pedir perdón, hacen falta 30 días para que nazca ese nuevo sol, ese nuevo amanecer, tenemos que ser más sencillos y humildes (...) en nuestro corazón hay mucho odio y rencor, busquemos la paz en nosotros mismos", afirma a su vez el sacerdote.
"No es el fin del mundo (que se acerca), no existe el fin del mundo, estamos llegando a un tiempo sideral cíclico, un cómputo del tiempo que obtuvieron los abuelos a través de la observancia y el estudio (...) el cambio de una era de 5.200 años y el inicio de un nuevo ciclo", agrega.
El sitio arqueológico fue descubierto a finales del siglo XIX por dos estadounidenses y la UNESCO lo declaró en 1981 Patrimonio de la Humanidad.