Desgrabación del audio en portugués, transcripción y traducción:
Lucía Montaño Ferrer.
Amados, Hijos bien amados. La Gratitud no es un sentido de la vida, la gratitud no es un reconocimiento de valor de un acto, que se recibe, ni que se da en los niveles de una relación. La Gratitud es un refrigerio para el Alma. Que Yo despierto en cada alma, es un reconocimiento del Ser, en todo. La verdadera Gratitud surge de este reconocimiento del Ser en todo, en vosotros, en todo a su alrededor, en cada elemento de la vida. De hecho, la Gratitud, ésta que yo les revelo hoy, como un refrigerio para el Alma, es la Gracia de Adiktu-Elon, es la Bendición de Ibez. Esta Gratitud mis hijos, ustedes la viven cuando vosotros os disponéis a reconocer en todo, lo que consiste la vida. En Ibez existe una salvación que encierra en sí, la ciencia de la Gratitud. “Aní Maritúmi”; “Salve el Fuego de Vida que todo Anima”. Este saludo, mis hijos, en Ibez resuena constantemente como una música incesante. Los coros de vuestros hermanos en Ibez, entonan constantemente este canto.
“Aní Maritúmi, Aní Maritúmi, Aní Maritúmi”.
Estas Notas vibran en el núcleo de cada átomo; esta música resuena en el coro de cada corazón, en el corazón de cada piedra, en los árboles y los animales, en los seres humanos, en el corazón de los elementos. “Salve el Fuego de Vida que todo Anima”.
Hijos bien amados, yo os convoco a rectificar el sentido de la Gratitud, en su vida cotidiana, en este mismo escenario, en esta historia misma que se desenvuelve en la superficie de este planeta. Hijos bien amados, la Gratitud, es el reconocimiento del Ser. Es el reconocimiento del Fuego de la Vida que todo Anima. No es necesaria una disculpa para despertar ahí el sentido de la Gratitud, no es necesario recibir o dar algo, para que este sentido de Gratitud despierte y revele la sanación que ella efectúa. Si mis hijos, la Gratitud es fruto de sanación, y también es elemento de sanación, porque la sanación que Yo desempeño en mis hijos e hijas, es la sanación del olvido. La Gratitud es reconocer la Esencia Divina que posee cada Elemento en la Danza.
Ahora, esta sanación realizada despierta en la materia misma, la Gratitud y el reconocimiento de su misma Esencia, porque cuando, mis hijos, vosotros os disponéis a poner a vibrar en su interior, este coro, esta música, esta vibración que es esta Gratitud, suscitan la sanación que Yo traigo sobre mi manto a esta humanidad. Hijos e hijas, unida a todos aquellos que representan junto a esta humanidad mis múltiples Rostros, Yo obro en la sanación de esta humanidad, Yo obro en la instrucción de esta humanidad, Yo obro en el regreso a las moradas del Padre. Los velos se rasgan. Los ojos, los verdaderos ojos, los ojos del Espíritu se abren. La ignorancia se disipa, el sufrimiento se desvanece, el júbilo invade vuestros corazones. Esta es la Gratitud que Yo os traigo hoy, mis hijos, un reconocimiento de los Seres que Sois. Un reconocimiento al Ser que todo Es. Bienaventurados sois vosotros, hijos de la Liberación. Esta Bienaventuranza yo esparzo, a todos mis hijos e hijas en todos los reinos, en todos los Universos. La Bienaventuranza de la Liberación. La muerte, la ilusión de la muerte; fue vencida. El éxtasis de la mudanza retorna. La Esencia de Fuego, Vibra. Reconozcamos hijos e hijas esta Esencia Una que nos anima a todos.
Aní Maritúmi, Aní Maritúmi, Aní Maritúmi.
Bendiciones y Paz, frutos de mi vientre. Frutos de la Redención. Bendiciones y Paz es lo que Somos. Yo estoy con vosotros siempre.