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miércoles, 8 de febrero de 2012

AMOR: LA VERDAD ABSOLUTA?





LA VERDAD: ¿RELATIVA O ABSOLUTA?

Más allá del ámbito de los hechos simples y verificables,
la certeza de que "yo tengo la razón y los demás están equivocados" 
es peligrosa en las relaciones personales 
y también en las relaciones entre las naciones,
las tribus, las religiones y demás.

Pero si la idea de que "yo tengo la razón y los demás están equivocados" 
es uno de los medios de los que se vale el ego para fortalecerse, 
si considerar que tenemos la razón atribuyendo a otros el error 
es una disfunción mental que perpetúa la separación 
y el conflicto entre los seres humanos, 
¿quiere decir entonces que no se puede hablar de creencias, 
comportamientos o actos buenos y malos? 
¿Y no sería ése el relativismo moral al cual algunas enseñanzas cristianas
consideran el gran mal de nuestro tiempo?

Claro está que la historia del cristianismo es un ejemplo 
de cómo la idea de ser los únicos poseedores de la verdad, 
es decir, los únicos en tener la razón, 
puede corromper los actos y el comportamiento 
hasta el punto de la locura. 

Durante siglos se pensó que estaba bien torturar 
y quemar vivas a las personas cuyas opiniones se apartaban 
aunque fuera ligeramente de la doctrina de la Iglesia 
o de las interpretaciones miopes de las Escrituras ("la Verdad") 
porque las víctimas estaban en "el error". 

Era tan grande su error que debían perecer. 
La Verdad adquiría preeminencia sobre la vida humana. 
¿Y cuál era esa Verdad? 

Una historia en la cual había que creer, es decir, 
un paquete de pensamientos.
....
La Iglesia católica y otras iglesias en realidad están en lo cierto 
cuando identifican el relativismo, 
la idea de que no hay una verdad para guiar la conducta humana, 
como uno de los males de nuestro tiempo. 

El problema es que no se puede encontrar la verdad absoluta 
donde no está: 
en las doctrinas, las ideologías, las normas o los relatos. 
¿Qué tienen todos ellos en común? 
Están hechos de pensamientos. 

En el mejor de los casos,
el pensamiento apenas puede señalar la verdad, 
pero nunca es la verdad. 

Es por eso que los budistas dicen que 
"El dedo que señala a la luna no es la luna". 

Todas las religiones son igualmente falsas e igualmente verdaderas, 
dependiendo de cómo se las utilice. 

Se las puede utilizar al servicio del ego o al servicio de la Verdad. 
Si creemos que solamente la nuestra es la religión verdadera, 
la estamos usando a favor del ego. 
Utilizada de esa manera, la religión se convierte en una ideología, 
crea un sentido ilusorio de superioridad 
y siembra la división y la discordia entre la gente. 

Cuando están al servicio de la Verdad, 
las enseñanzas religiosas representan señales o mapas 
del camino dejadas por los seres iluminados 
para ayudarnos en nuestro despertar espiritual, 
es decir, 
para liberarnos de la identificación con la forma.

Solamente hay una Verdad absoluta 
de la cual emanan todas las demás verdades. 

Cuando hallamos esa Verdad, nuestros actos ocurren en armonía con ella. 

Los actos humanos pueden reflejar la Verdad o la ilusión. 
¿Puede la Verdad ponerse en palabras? 
Sí, pero las palabras no son la Verdad. 
Sólo apuntan a ella.

La verdad es inseparable de nosotros mismos. 
Sí, usted es la Verdad. 
Si la buscamos en otra parte, sólo encontrará desilusión.

Ese Ser que somos cada uno de nosotros es la Verdad. 
Jesús trató de comunicarla cuando dijo, 
"Soy el camino, la verdad y la vida".

Estas palabras de Jesús apuntan poderosa y directamente a la Verdad, 
cuando las interpretamos correctamente. 
Sin embargo, si las interpretamos equivocadamente, 
se convierten en un gran obstáculo. 

Jesús habla de ese "Yo Soy" más profundo, 
de la identidad esencial de cada hombre y de cada mujer, 
de todas las formas de vida en realidad. 

Se refiere a la vida que somos. 


Algunos místicos cristianos han hablado del Cristo interior; 
los budistas hablan de nuestra naturaleza de Buda; 
para los hindúes es atman,
el Dios que mora en nosotros. 

Cuando estamos en contacto con esa dimensión interior 
(y estar en contacto es nuestro estado natural, no un logro milagroso) 
todos nuestros actos y relaciones reflejan la unicidad 
con toda la vida que intuimos en el fondo de nuestro ser. 

Ese es el amor. 

Las leyes, los mandamientos, las reglas y las normas 
son necesarias para quienes están separados de su esencia, 
de la Verdad que mora en ellos. 

Sirven para prevenir los peores excesos del ego 
y a veces ni siquiera eso logran. 

San Agustín dijo, "Ama y haz tu voluntad". 
No hay palabras que se acerquen más a la Verdad que esas.

UNA NUEVA TIERRA
UN DESPERTAR AL PROPÓSITO DE SU VIDA
ECKHART TOLLE

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