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Saludos hermanos y hermanas!
Participantes: Saludos.
Yo soy Teresa, Estrella que irradia la virtud Aquí. Y aquí estamos.
... Comunión Vibratoria...
En el arrobo de la Alegría, se abre la puerta para la expresión; la expresión de un don Divino. La elevación de la Alegría nos transporta, nos arrebata hacia más allá, mucho más allá del alcance de la forma, del límite. Hay un poder ígneo en el Éxtasis capaz de recordarnos, no por la memoria, sino por un contacto actual en nuestra verdadera esencia.
La elevación de la Alegría abre la puerta para un don, el Pensamiento Divino. Este Don, hermanos míos, es de extrema importancia en estos días. Esta cosa tan simple, tan cálida, posee una fuerza, la fuerza que ustedes necesitan hoy para cumplir las palabras de Mowlavi. Yo me permitiré intentar traducir, de una forma un poco mas lineal, todo este fulgor y furor, de la presencia ígnea de este hermano nuestro.
El átomo, el átomo espiritual que nosotros somos, cada uno de nosotros, cada Centella Divina, emanada del Pensamiento Creador, cada Rayo de la Presencia universal, cada espejo que refleje la Luz inefable del alma del mundo. Este átomo somos nosotros, este átomo es inmortal y dador último de la vida para todo aquello que se manifiesta en el reino de la objetividad.
Por lo tanto es atributo indisociable del átomo espiritual, o de este Rayo de la Presencia Cósmica que somos nosotros: vida y Vida. Esta primera vida en la vitalidad, esta primera vida es electricidad que pone en movimiento, que une y desune. Este es un atributo material, esta vida es un atributo material porque se expresa en la propia materia. La otra Vida, es un atributo de la conciencia. La otra Vida es el propio Pensamiento Divino, y esta otra Vida es la ausencia de transformación.
La primera vida es lo que mueve, es lo que hace mover. La primera vida es aspecto y motor de toda transformación.
Esta otra vida, es la inmanencia propia del Pensamiento Divino en todo lo que se mueve, es la propia capacidad de este Rayo; que nosotros somos, la Presencia Universal, de animar todos los cambios, de ser el palco donde se suceden todas las transformaciones, aun así permanecemos inalterados, intocables.
Nos constituye un don doble: vida en la materia, cambio y renovación, ciclos y ciclos interminables que se resuelven, finalmente en esta otra Vida, indescriptible, imposible de ser condicionada, incluso por el pensamiento más lúcido. Esta otra Vida es el Pensamiento Divino que todo imanta, que todo anima, exactamente en el sentido que todo contiene, exactamente en el sentido que es la Esencia última de toda la transformación.
Esta primera Vida está ahí y sigue su propio curso, sigue su propio modo de funcionamiento, de ella hoy no debemos ocuparnos, hoy aquí que hablo, en este momento. Me gustaría impulsarlos a tocar, a explorar, reconocer esta otra Vida, que es el Pensamiento Divino.
Esta otra Vida también puede ser tocada aquí, y el aspecto, digamos, menos sutil, menos subjetivo de este Pensamiento Divino se refleja en la mente. Este aspecto menos sutil o más concreto del Pensamiento Divino, es aquello que en la manifestación se revela como la Supramente. Pero yo no quiero tratar sobre la Supramente hoy, sirviéndome de los conceptos que ya son conocidos por ustedes, o refiriéndome a todo lo que ya fue dicho respecto a la Supramente. Yo quiero hablar del Pensamiento Divino en la mente, de una forma simple, de una forma clara, de una forma tangible en su experiencia.
Este pensamiento Divino en la mente, que es la esencia de la mente, está a la alcance de todos nosotros aquí. El camino más seguro, el camino más fácil y más placentero, es realmente el placer de la Alegría, cuando ustedes se permiten ser arrebatados por un momento de Alegría. No importa cuál sea el grado o la fuerza con que este placer se manifieste, no es la supuesta fuerza de esta sensación, lo que permite el acceso a este Pensamiento Divino, sino es su apertura, su entrega al arrobo que realmente abre el canal de contacto con el Pensamiento Divino.
Cuando este elevación del Alma, este arrobo de Alegría envuelve el Alma y el Alma se entrega a este arrebato sin reservas, entonces ella vislumbra la Esencia de sí misma. El percibidor no puede ser localizado, el Yo, el Yo viviente, el Yo vivo no puede ser localizado, el no existe en un plano, el no existe en una forma, el existe en todos los planos y en todas las formas, pero este Yo se reconoce en niveles cada vez más amplios.
La palabra no nos permite lidiar con mucha precisión respecto a esto, porque cuando toca su campo mental estos conceptos de amplitud y de reconocimiento, hay siempre un mecanismo de interpretación con base en una visión de exteriorización, pero este reconocimiento y esta amplitud es cada vez más para adentro.
Un arrobo de Alegría, entonces, permite que todos nosotros toquemos el Pensamiento Divino, reconociéndonos ampliamente por un movimiento de interiorización como lo que somos, en niveles cada vez más amplios, más extensos, menos limitados y condicionados por las formas visibles, por las formas conocidas.
El Pensamiento Divino es la Paz que toca la mente cuando hay arrobo. El Pensamiento Divino es el Amor irrestricto, incondicional, que se derrama y abraza todo el mundo sin preguntar nombre, color, edad. El Pensamiento Divino es aceptación, aceptación irrestricta de la condición efímera o real de todos los seres. El Pensamiento Divino es Caridad, acción recta en respuesta al Corazón.
El Pensamiento Divino toca el cuerpo y lo predispone a amar, a amar tan profundamente, tan profundamente que las diferencias se diluyen, se diluyen en una misma onda. Finalmente el Pensamiento Divino, cuando sacude el núcleo de las moléculas les permite estar Aquí. No un "aquí" físico. Aquí, este Aquí que se explaya en todas las direcciones, sin jamás encontrar término.
Este es el Don de la multidimensionalidad. El pensamiento Divino permite que las moléculas se manifiesten simultáneamente en dos o más lugares en el espacio ilimitado el Ser. Esto es ciencia, y la ciencia del Aquí vuelve a animar sus formas.
Ábranse. No es la metódica frialdad del cerebro que les permitirá recobrar sus capacidades divinas. No es el esfuerzo insensible que les permitirá romper las cadenas de la limitación. Solamente el Amor, y por favor, no vamos a caer en el clisé, de esta palabra una vez más. Solamente el Amor, aceptación, abrazar irrestrictamente a todos los seres, y todas las formas, es lo que puede abrir los canales para que la forma sea resucitada.
Nosotros somos, un átomo cuyo atributo indisociable es vida, y Vida. Corresponde a nosotros, entonces, poner en movimiento nuestro mundo. Esto lo hacemos, es de nuestra naturaleza, de esto no necesitamos preocuparnos.
Pero es también nuestro papel, resucitar el mundo. No el mundo creado en las ideas, no un mundo viejo que ya pasó. Resucitar el mundo, un mundo que sea una expresión más fiel de lo que somos. Un mundo, el cual valga la pena inmortalizar, con el cual valga la pena compartir la Vida que es nuestro atributo indisociable.
Hermanos, yo les indico la Alegría como un camino más leve, más dulce más rápido para hacer resucitar a este mundo. Déjenme explicarles. Cuando sus sentidos y facultades son arrebatados por el placer de la Alegría, su atención naturalmente se desliga de lo efímero conocido para un efímero reconocido, en el atrio Sagrado del Corazón. Su atención y su intención son las herramientas creadoras, o por lo menos las más importantes de entre ellas. Cuando su atención e intención se desligan de las viejas formas y vislumbran el arquetipo esplendoroso que este planeta debe expresar, entonces ustedes reasumen su posición de creadores.
Pero en un arrobo de Alegría, un arrobo de Alegría abre una puerta para que el Pensamiento Divino toque la mente concreta, para que la Supramente se case una vez más con la mente concreta. Y a través de este casamiento, de este verdadero Hieros Gamos (casamiento sagrado), el arquetipo de una forma luminosa puede ser manifestada en este mundo de formas cambiantes. La idea encuentra la forma, el arquetipo encuentra un tipo y entonces nos inmortalizamos, porque como inmortales, es de nuestra naturaleza compartir e inmortalizar aquello que es el reflejo perfecto de nuestra naturaleza amorosa, Divina.
Abran los corazones, déjense arrobar por la Alegría, cualquiera sea la puerta a través de la cual esta Alegría se manifieste, el vuelo de un ave, el sonido del viento, las pequeñas flores en el campo, la sonrisa de un hermano o de una hermana, el ímpetu incontrolable por la comunión, la certeza del retorno del Amado, esta sí, es una puerta más que digna para la manifestación de la Alegría. Pero que no invalida a las otras.
Pero la certeza del retorno del Amado, la certeza del rencuentro en el Corazón de la Madre. La certeza, de que la manifestación es digna del espíritu que la vivifica, esta certeza es una puerta más que digna para que la Alegría se exprese. Y cuando esta alegría los toque, cuando la Diosa de la Alegría los visite y toque a su puerta, atiendan, porque el Cristo no tiene rostro, el Cristo no tiene nombre, el Cristo no tiene forma, y esto yo lo descubrí en mi experiencia.
Pero el más digno de sus heraldos, es la Alegría. Y cuando la Alegría venga a anunciar la presencia de Aquel que jamás partió, abran la puerta. Abran y entréguense completamente, a Aquel que viene. Aquel que viene, guarda la llave para despertar en ustedes Aquella, Eterna.
Lis, ésta candela, verdaderamente esta candela del mundo, toca el tambor de la Tierra y este ritmo es hoy Alegría. Lis viene a acoger a toda la humanidad en su campana vibratoria para despertarnos a la Alegría. Por eso se ha hablado tanto de Alegría, de Celebración, porque esta es la nota clave de este ciclo, de este pequeño ciclo humano y planetario también. Porque como nuestro hermano Mowlavi dice, la naturaleza llama y danza la Alegría.
Bueno hermanos, yo espero que estas pocas palabras hayan sido útiles, para que se aproximen unos a otros, ya que yo soy ustedes, como también para aproximarnos a la experiencia real y directa de este arrobo, y más allá de él, del Pensamiento Divino que es nuestro atributo esencial.
Yo me recojo ahora sin dejarlos, eso no es posible. Pero dejo a ustedes, una bendición, no una bendicen mía, ¿quién soy yo para bendecir un átomo inmortal? Sino una bendicen de la colectividad de todos los átomos, y que en un momento, en este exacto momento, es representado por le Rueda de Fuego de los Melquisedec y por el conjunto de la Estrellas de la Madre Divina, estos dos polos de un mismo organismo vivo que sintetizan en sí toda estructura Lumínica de este planeta.
En estas Ruedas nos unimos. Vamos a entrelazamos unos con otros y vamos a resonar en este mundo, aquí donde estamos asumiendo cuerpos, porque yo también estoy en un cuerpo de carne, vamos a resonar aquí la Gloria de nuestra naturaleza.
En la Alegría y en el Amor irrestrictos. Queden en Paz, que la bendición del Cristo arrulle nuestros corazones!
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