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sábado, 13 de julio de 2013

COMO ES LA VIDA EN EL MUNDO ASTRAL? TERCER TESTIMONIO CANALIZADO



COMO ES LA VIDA EN EL MUNDO ASTRAL? Cuáles son los cambios que tú vas a percibir cuando dejes este cuerpo físico y vayas al mundo astral?

Hoy les vamos a hablar de cómo es la Vida en el mundo espiritual y después vendrán espíritus a contarles sus experiencias de cómo llegaron al mundo espiritual, de qué se han encontrado, de sus dificultades…como las han superado, de cómo ellos han vivido lo que es la vida en el mundo espiritual.

TERCER TESTIMONIO

Describe: un ser masculino, un señor mayor, como un anciano, con el nombre de Manuel.

Buenas noches a todos. Yo fui un ermitaño, que vivía solo en las montañas, porque buscaba encontrarme conmigo mismo y encontrarme con Dios. Me retiré en las montañas y vivía con agua, pan y aquello que me daban las personas. Hace aproximadamente 250 años. Me encontraba solo, en el silencio de mi mente. Vivía en una zona rural, en un valle en medio de las montañas; en una casa de piedra. No teníamos en aquel momento luz ni agua-el agua la cogía del río-. Vivía en el silencio de las montañas y en mi propio silencio.

Mi muerte fue muy diferente a la de otras personas, porque, en la verdad, con un año de anticipación, yo ya sabía cuándo me iba a morir. Por qué sabía, con un año de anticipación, cuándo me iba a morir? Porque siempre estaba sentado mirando el río y un día que miraba el río, vi un ser que se acercó a mí y me miró y me dijo: en las piedras está escrito que en un año tú vendrás con nosotros.

Yo miraba a ese Ser, al cual ya estaba acostumbrado a verle, porque cuando uno está en silencio en su interior, consigue silencio, silencio… parece que el mundo se transforma, todo cambia; uno comienza a escuchar. Cuando uno entra en su silencio, tanto buscando el silencio en su interior, uno comienza a darse cuenta en el silencio que todo lo que te rodea te habla, todo lo que te roda te enseña.

En ese silencio yo escuchaba; miraba a las flores y sentía que me decían cosas; me hablaba el agua, me hablaban los árboles y los seres. Ellos venían y me llenaban de energía; me decían: nosotros, los seres de los árboles- seres muy originales por cierto- te amamos, porque nosotros amamos a todos los seres; en nosotros no hay maldad. Y tú, aquí, con nosotros, solos, nos sentimos en paz y felices de tu presencia. Tú nos das energía y nosotros también te damos energía.

Y en esa soledad me acostumbré a vivir y nunca estaba solo, pues al entrar en el silencio, todo me hablaba; las aves, las ardillitas, los conejos, todo…yo no necesitaba violentar a ningún animal. Vivía de lo que plantaba en la huerta, de los frutos que recolectaba y tampoco, para vivir, se necesitaba tanto para comer.

Y esos seres venían y me decían, mira, ves allí? Hay fruta; están cayendo y es una pena que la desperdicies y yo cogía frutos del bosque. Me decían: hay raíces allá, tienes que sacarlas; allí hay setas.

Cuando yo entré en ese silencio y cuando comencé a convivir con todos esos seres de los bosques, de las montañas, del agua…. Venían los seres de las aves, se acercaban, me miraban y me decían: necesitamos tu ayuda y les decía, un viejo solitario como yo, en qué puedo ayudarte a ti? Me miraban y me decían: queremos que eches algunas semillas allí abajo, en el fondo del valle, porque necesitamos semillas y yo iba y echaba unas pocas semillas como ellos me habían pedido.

Después, volvían y me decían: gracias; mira en aquélla dirección, ves? Hay un manantial de miel, ve y cógela, que es el momento de la recolecta. Ves en aquélla dirección? Hay huevos que puedes coger pero solo coge uno de cada nido. Ve a los nidos, no los destruyas, no cojas todos; coge sólo uno de cada nido.

Parecía que todo me guiaba y me decía lo que tenía que hacer. Yo ayudaba a la Naturaleza, ayudaba a los seres y los seres- y la Naturaleza- me ayudaban a mí.

Total, estos se acercaban y me decían, no tienes por qué preocuparte cuando vayas a morir, porque mira, mira. Yo miraba y veía un ser como yo, ermitaño, que me miraba y me decía: ey, se vino antes que tú; le recuerdas? Yo miraba al espíritu y dije, sí se parece a una persona que conocí y se llamaba “tal”. El, que me escuchaba, decía, sí, te estaré esperando, porque contigo llegué a visitar los lugares más bonitos de estas montañas.

Llegaba el momento, los días se acercaban, como ya se había anunciado para la fecha en que moriría. Yo no tenía ningún miedo; veía a los seres allí que me estaban esperando. Qué miedo podía tener yo? Si me habían cuidado, me habían dado todo y nunca me faltó nada; nunca pasé hambre, todo ese mundo me hablaba, me cuidaba. Porque yo había aprendido a entrar en mi propio silencio y escuchaba lo que ellos me comunicaban.

Así llegó el momento de pararse el corazón. Yo estaba esperando el momento de que se parara el corazón hasta que el corazón se paró. Cuando el corazón se paró- me acordaré siempre porque estaban estos seres delante-, me puso uno la mano en el pecho y me miró a los ojos. Y al ponerme las manos en el pecho y mirarme a los ojos, entré como en una especie de atontamiento tal que no sé cuánto tiempo estuve atontado y me parecía que con su mano me iba sacando del cuerpo, poco a poco, hasta que me encontré frente a El.

Era un ser de cabeza alargada, ojos alargados, era grande- muy grande- y me dijo así: Con todo el Amor que tú nos has dado, Nosotros también te recibimos con todo ese Amor. Porque la Naturaleza es Amor y los seres de la Naturaleza son Amor. Y solo queremos que se preserve a la Naturaleza y Nosotros preservamos todo.

Cuando me dí cuenta de que estaba fuera de mi cuerpo, me di cuenta de que a mi lado estaba ese Ser al que había visto antes que me estaba esperando. Le miré y me dijo: tranquilo, mira tus dedos. Aquello eran colores por todas partes, era un valle limpio, lleno de colores, de luces. Las flores desprendían luces, los árboles colores, todo desprendía aromas,… todo como en un flash y yo me quedaba así, viviendo intensamente el sentimiento que sentían los árboles, las rosas, las plantas... se vivía todo muy intensamente. Una suavidad, un gran gozo interno y entonces, este ser, que tenía los ojos como si fuera un águila, me dijo: súbete a mi lado y yo me recosté en su costado. Se estaba elevando y yo en su regazo. Y me decía mira: y las montañas desprendían luces por sus puntas. Se escuchaba todo, todo el agua; cantos; los peces, las aves… estaban cantando sonidos. Parecía que era una sinfonía de sonidos, de colores, de sensaciones, de luz… que salía desde el ser, por las montañas, por los valles…

Al final de uno de los valles había una luz. Era una luz muy fuerte. Justo en una planicie plana, cerca de unos nevados, había una Ciudad de Luz con edificios semejantes a flores, edificios muy grandes que parecían los capullos de una flor. Había muchos capullos de flores.

Y me decía: ves nuestro Reino, qué bonito es? Aquí traemos a los que se lo merecen, a nuestros guardianes, a todos aquéllos que viven en armonía con nosotros.

Sí, me llevó al centro de una de esas flores; habían dos puertas y me dijo: entra. Entré dentro y había una especie de agua de luz, agua de un color verde y se mezclaba con el agua de las montañas y se mezclaba con el agua de los ríos. Me tiré en esa agua. Mi Ser estaba allí y me dijo: piensa, piensa en tu juventud, piensa en las cosas bellas de tu vida, piensa. Yo estaba dentro del agua y comencé a pensar. Miraba a los seres y me decían, mírame a los ojos; cuál es el momento más bonito de tu vida, que has sido feliz? Yo le miraba a los ojos y me dijo: ahora serás ese momento.

Y todo mi cuerpo cambió, me transformé en cuando yo era joven, bello, guapo. Y me dijo: abre la mano y piensa que vuelas, siente la luz y vuela conmigo. Comenzaba a pensar que volaba y sentía que me elevaba.

Mírame a los ojos- me dijo- no dejes de mirarme a los ojos y no dejes de pensar que vuelas y no dejes de sentir que te elevas. De esta forma aprendí a volar con el pensamiento, con el amor y con la energía de estos Seres. Me enseñaron todos; bajábamos, metíamos las manos en los cuerpos de las personas, sacábamos las energías oscuras, las dejábamos en la Tierra. Metíamos las manos, mandábamos la luz y su cuerpo se iluminaba.

Y todas las personas que subían a estas montañas con respeto y con amor, Nosotros despertábamos la luz en su corazón. Y todas aquéllas personas que no iban con amor, bajaban igual que habían subido. En sueños les decíamos, esto no es ara ti, no vuelvas; este no es un lugar para ti; no vuelvas. Y no volvían nunca más.

Para que vean algunos aspectos diferentes de cómo es el mundo astral, depende de lo que tú eres, depende de lo que tú buscas, depende de tu luz, depende de lo que tú quieres ser, depende en lo que en tú te transformes en el mundo, con tus actos, tus pensamientos y tus sentimientos.

Si tú eres luz la luz te lleva, te atrae; si no eres luz, la oscuridad te trae dolor.

Hasta otro día.


ANTONIO CERDAN
http://shekinahmerkaba.ning.com

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