lunes, 27 de enero de 2014

Estrella Aquí en Encarnación. En la Luz de Cristo. Teresa de Ávila. “La Virtud del Aquí comienza a actuar en nosotros, y yo digo “en nosotros” porque en este momento yo integro esta humanidad encarnada y conozco perfectamente las limitaciones y tengo este conocimiento muy agudo de las deficiencias que, a veces, al estar limitados en una forma física se nos muestran…” Agnimitra Om. 23 de enero de 2014. ¡Compartir!!!!


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Yo os saludo en la Luz de Cristo. Yo soy la Estrella de la Virtud Aquí.

En cuanto que mi forma física descansa la Consciencia, reasume sus plenas potencialidades y no encuentra límite de tiempo y espacio para la Comunión, para la Fusión o para la acción. Sí, porque el cuerpo no representa más una barrera para la Comunión 
o para la Fusión, ni para la acción del Alma, o del Espíritu, aún es necesario que la forma repose y la consciencia se desvencije completamente de las nociones de una limitación.

Bien, yo no daré a vosotros un nombre, pero vosotros podéis llamarme Teresa, pues ese fue mi nombre en una encarnación anterior, como Teresa de Ávila, tal vez hayan oído hablar, yo expresé la misma cualidad vibratoria de la Virtud Aquí, sustentada por el pilar de la Humildad. Y al respecto de esta Virtud, y al respecto de este pilar de la Consciencia Unificada, la Consciencia Plena – Aquí – es de lo que me gustaría tratar un poco con vosotros.

En mi encarnación como Teresa de Ávila yo expresé este impulso del “Aquí” por el reconocimiento de la limitación, de la pequeñez del “aquí” conocido por la mente. Todo lo que yo conocía como el “aquí” era mi cuerpo, era la personalidad que yo animaba, era un mundo físico a mi alrededor, pero había un impulso, había – tal vez esta palabra inclusive pueda ser dada, porque es la forma como nosotros traducimos y como comprendemos en encarnación estas cosas – un deseo, pero un deseo inmenso, un deseo incomparable, un deseo que no podía ser callado, una aspiración a algo que estaba más allá de la limitación.

La misericordia de la Vida me permitió tener contacto con ciertas enseñanzas consideradas muy peligrosas en aquella época, sin embargo, para mi experiencia servían como catapultas, como elementos intensificadores, orientadores en la experiencia mística. Entonces aquello reafirmó el deseo que yo sentía, la aspiración que me movía y a la que yo me abrí cada vez más completamente a la vivencia de este impulso, a la vivencia de esta aspiración. Siempre con la consciencia muy aguda de las limitaciones de lo que yo creía ser, las limitaciones de un cuerpo, las limitaciones inherentes a un ser humano e inherentes al ser humano en este Planeta, pero de todos modos había también una certeza, una certeza de que toda falta, una certeza de que cualquier deficiencia podría ser suprimida por este algo más allá, por este algo que transcendía mis herramientas pobres de interacción, de conocimiento, de alcance.

La vibración de la Virtud Aquí les permite transcender la limitación en una forma, y esto yo lo viví en la carne. Momentos en que yo era llevada a estados que transcendían por mucho los estados habituales que yo conocía, momentos en que incluso las leyes físicas que regían este cuerpo eran anuladas y ciertos fenómenos se revelaban, como la levitación por ejemplo, y otra serie de señales. Pero en cuanto la mente humana es conducida a categorizar, en demasía, los fenómenos se olvidaban, sin embargo, hay que llevar la atención a aquello que está detrás de los fenómenos. En cuanto a la curiosidad y así mismo, de una forma de atracción que es despertada por los fenómenos, queda nublada ante la infinitud de vivencias detrás de los fenómenos. Lo que yo sustentaba, las señales que eran consideradas por mis contemporáneos como milagrosas eran solo esta Virtud Aquí, una transcendencia de las limitaciones de la forma, una transcendencia – vivida así mismo sin un conocimiento de los mecanismos que allí operaban – de las limitaciones de una forma en un espacio.

La Virtud del Aquí comienza a actuar en nosotros, y yo digo “en nosotros” porque en este momento yo integro esta humanidad encarnada y conozco perfectamente las limitaciones y tengo este conocimiento muy agudo de las deficiencias que, a veces, al estar
limitadas en una forma física se nos muestran. Por eso mismo, por ese reconocimiento de las limitaciones, por ese reconocimiento de la deficiencia, por el mismo reconocimiento de la falta también, yo diría, porque cuando se reconoce la falta, cuando ella es reconocida lúcidamente, comprendan, que cuando la falta es reconocida, entonces ya se abre una puerta para que el alma encarnada pueda aceptar aquello que viene a suprimir de una vez por todas y enteramente la falta percibida. Por el reconocimiento de la deficiencia de la personalidad, porque la personalidad es deficiente, una vez que ella no expresa plenamente la potencia ni de la Materia ni de la Consciencia, y por el reconocimiento de la falta que impera en el estado psicológico es que el orgullo que es transcendido, comienza a ser disuelto, por lo menos, y en el que el verdadero estado de entrega puede instalarse.

En mi caso, yo viví esta forma de entrega como un ideal místico. Cristo. Una entrega profunda, completa e irrestricta, no a una figura histórica, mucho más aquello representaba una vivencia interior, porque aquella figura representaba para mí – y aquí yo estoy hablando de aquella encarnación – la completitud, la perfección, el estado original, y simplemente aquél algo al cual yo ansiaba desesperadamente, igualmente irracionalmente, porque no comprendía por qué aquello me compelía a dejar aquello, a aspirar aquello. Pero hoy nosotros podemos hablar en un lenguaje actualizado, menos condicionado por los valores religiosos y hoy nosotros hablamos de la Consciencia Crística, como podríamos hablar de la Consciencia Búdica, como podríamos hablar de la Consciencia de Krishna, como podríamos hablar solamente de la Consciencia, podríamos hablar solamente del Divino, solamente del Amor.

Por
el reconocimiento de un estado limitado, entonces, puede vivirse una forma de entrega, de aspiración a lo Ilimitado. Porque es muy interesante que durante tanto tiempo permaneciéramos ignorantes así mismo del estado que es conocido, ¿no es así? Cuánto tiempo permanecimos ignorantes, ¿mismo de la misma ignorancia? Es reconocer y aceptar amorosamente, y la Madre Divina ha hablado tanto, del acogimiento amoroso, de aceptación, de integración, ¿no es así?

Reconocer la deficiencia de la personalidad no es rebelarse, porque rebelarse es colocarse de nuevo en el juego de la personalidad. Porque Cristo no rechaza, Cristo solamente ama irrestrictamente, Cristo acoge todo y a todos sin distinción. Y era esta certeza, irracional, una vez más, porque el mismo conjunto de referencias religiosas que yo poseía en aquella experiencia, muchas veces me mostraban una figura de este “todo Amor, todo Aceptación”, pero aún así, había una confianza completa de que la Consciencia Crística, de que Cristo, el Divino en mí, me aceptaba completamente, sin restricción. ¿Y cuál era la respuesta natural delante de tanto Amor? ¿Cuál puede ser la respuesta espontánea, mismo si se reconoce y se siente, como yo sentía, este Amor, este acogimiento? Entrega. Amor también, acogimiento irrestricto, también, del Amor, de Aquél que representa este Amor.

¿Qué es esta Virtud Aquí? ¿Qué es este pilar de la Consciencia? ¿Cómo manifestarla en encarnación? Aquí elevamos una pregunta que es de suma importancia para todos nosotros hoy, porque nuestro papel no es más ni menos que el de expresar la potencia del Espíritu en la Materia; ni más ni menos. ¿Cómo podemos cumplir nuestro propósito, siendo que estas Doce Virtudes componen la expresión del Espíritu en la Materia? “Aquí”. ¿Qué es el pilar de la Consciencia Plena y qué es la expresión de esto en la Materia? Una vez más yo les digo: la puerta de acceso al verdadero “Aquí”, que es el Espacio Ilimitado, que es la deslocalización de la localización fija – como nosotros lo percibimos cotidianamente cuando estamos animando esta forma – comienza por este reconocimiento de la deficiencia de la personalidad. No como un atributo negativo, comprendan, pero como aquello que es. Reconocer simplemente que la personalidad, que esta entidad actúa, que habla, que piensa, que desea, que interactúa, que es compelida, que es movida, es deficiente, y que ella no posee la capacidad de expresar la completitud de lo Divino. En cuanto ella permanece como un elemento separado – porque la personalidad se cree separada, ella es una porción de la materia que se cree separada ¿no es así? Nuestros hermanos usan aquí este lenguaje, ¿no es así? En cuanto ella se cree separada, en cuanto ella permanece como un individuo aislado de la vida, ella no tiene la capacidad de expresar la completitud del Espíritu, así como una gota de agua no puede contener el agua del Océano.

Humildad. Humildad es reconocer cada cosa por lo que es. No podemos aproximarnos a este Pilar del Corazón de esta forma. Entonces reconozcan a la personalidad por lo que ella es. Como una entidad que se cree separada, la personalidad es débil, es frágil, es endeble, es deficiente. Entonces, ¿para qué apelativos? ¿A dónde acudir? Cuando reconocemos en humildad la realidad de la personalidad, de lo efímero, no existe otra opción, es espontáneo, es automático, hasta yo diría, que da vuelta hacia lo que es Eterno, que da vuelta hacia lo Divino, que da vuelta hacia aquello que es Omnipotente. Y ahí cada uno va a encontrar un lenguaje, un conjunto de referencias para ubicar esta vivencia, pero en el fondo es siempre la misma cosa, es siempre el mismo mecanismo. ¿Y entonces?

La aspiración surge o esta aspiración comienza a ser vivida conscientemente, más conscientemente, cada vez más intensamente también, y a lo largo de la misma vivencia vamos percibiendo que lo Divino en nosotros, que es lo Eterno en nosotros, que es lo que somos también, tiene el poder de actuar sobre aquello que es efímero y compartir con esto su fuerza; tiene el poder de actuar sobre aquello que es pasajero y compartir con aquello su Eternidad; tiene el poder de actuar sobre aquello que es deficiente y compartir con aquello su potencia infinita; tiene el poder de actuar sobre aquello que está basado en una sensación de falta y enciende el Amor Ígneo, ardiente. Y es precisamente ahí cuando nos recomenzamos a reconocer en este Divino. Porque hasta entonces, hay esta noción de que el Divino es algo distinto de nosotros, un punto hacia el cual nuestra aspiración se da vuelta, un referencia hacia la cual nuestra entrega se dirige, pero cuando este casamiento Místico comienza a suceder,
(porque comprendan, es la Materia la que se está casando), se funde en la consciencia con el Espíritu, y nosotros somos el escenario de esto – el misterio se revela. Y ya no hay más problema en hablar sobre este misterio, porque el hablar no lo abre, vivirlo solamente tiene sentido. Entonces podemos hablar de este misterio, entonces nosotros lo descubrimos como el escenario de este casamiento, siendo al mismo tiempo la Materia y el Espíritu, lo Divino y lo Terrestre, la Tierra y el Sol.

Y fue precisamente esto que yo viví en aquella experiencia denominada Teresa de Ávila, todo este camino, entremezclado de los mismos dolores, de las mismas preocupaciones, de las mismas ineptitudes que todos compartimos en este servicio en este Sagrado Oficio. Pero en medio de esta imperfección aparente es que lo perfecto se manifiesta, es aquí, es “Aquí” que el milagro acontece.
Entonces, yo no poseo grandes verdades a revelar, yo regreso aquí hoy solamente como una hermana que está sujeta a las mismas condiciones a las cuales ustedes están sujetos. Yo me coloco solamente como una puerta de Comunión y de Fusión, no porque sea especial, porque no tenga nada de especial, pero porque yo reconozco el dolor de aquello que se vive en la falta, yo reconozco el sufrimiento de la Materia que se divorció de su Divinidad. Pero yo También conozco el júbilo, yo conozco el Éxtasis, yo conozco lo Inefable de este reencuentro. Y si de alguna cosa sirven mis palabras, mi Presencia, me gustaría que ellas sirviesen para reafirmar esta certeza en sus corazones, y que se recuerden de mi cuando se sientan débiles, que se recuerden de mi cuando todo parece difícil, así mismo cuando la incredulidad regrese a tocar la puerta de sus corazones, porque yo también conozco la incredulidad. ¡Ah! Y cuántas veces yo lloré, yo grité, así como muchas veces me desesperé delante de esta deficiencia tan aparente, pero yo les puedo garantizar: lo Divino nunca se aparta, lo Divino jamás de apartó, el Cristo está siempre ahí, y Él se revela, y Él acoge, y Él ama, y Él comparte sus Dones y su Gracia a toda copa que se coloca como receptáculo.

Por el reconocimiento de la imperfección la perfección se revela, por el reconocimiento de la limitación aquí, se revela la Ilimitación “Aquí”. Este es mi impulso, este es el Don que yo quiero compartir con ustedes. Entonces yo los dejo físicamente, pero les dejo en la Presencia que somos, porque este Amor nos une, este Amor transciende todas la distancias así mismo mi Corazón acoge, su Corazón, así mismo si no lo perciben, los estoy acogiendo, porque me dan fuerzas también, suprimiendo la falta que yo percibo en la personalidad que yo animo.

Yo os Amo con el mismo Amor que me aman, en secreto. Pero llega un momento en el que secreto viene a revelarse, en este momento nos reconoceremos cara a cara, porque habremos reconocido al Cristo interior cara a cara.

En la Luz de Cristo, hermanos.


Transcripción realizada por colaboradores de Agnisangha

Revisión final: Agnimitra.

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