martes, 12 de noviembre de 2013

Madre Divina 11.11.13 - Puertas para el Cristo - por Agnimitra - del Colectivo de los Niños de la Ley del Uno



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Madre Divina 11.11.13 - Puertas para el Cristo 


por Agnimitra - del Colectivo de los Niños de la Ley del Uno

Desde el Reino Primigenio Yo os saludo hijos e hijas de la Paz. Yo soy María, Reina de la Paz, vuestra Madre.

Hijos bien amados, flores de Mi jardín, Mi voz se eleva en esta oportunidad desde el Corazón de la Tierra y se dirige a cada uno de Mis hijos, cada una de Mis hijas, recordándoos Mi llamado al estado de Bodhisattva. 


Niños bien amados, chispas de la Luz Viva, el Bodhisattva se levanta hoy sobre esta tierra, de manos y brazos abiertos para acoger a sus hermanos y hermanas que todavía se debaten en medio de la resistencia a lo que viene, a lo que llega, no de fuera, sino de dentro. Dentro de cada uno de vosotros surge o se revela lo nuevo, algo nuevo que apenas es comprendido como tal, porque la actual estructura mental e incluso emocional de la humanidad desconoce otra cosa que no sea el modo de funcionamiento dual. 

Por tanto, lo que surge, lo que se manifiesta a partir del interior es percibido en un primer momento como nuevo, como inusitado, como desconocido, sin embargo, en cuanto la mente, en cuanto el sentimiento, en cuanto el propio cuerpo físico son curados, entonces esta novedad ya no es una novedad, esto nuevo que se revela entonces es reconocido, reconocido como un estado original, reconocido como vuestro verdadero hogar, reconocido como la única realidad, incluso de la materia mental, emocional y física.

Niños bien amados, Mi cuerpo, el cuerpo de Gaia pasa hoy por una profunda sanación; de esto vosotros sabéis muy bien, como quiera que comprendan esta sanación, cualesquiera que sean las referencias de vuestra asimilación de esta sanación, vosotros sabéis que un profundo proceso de sanación acontece en este cuerpo planetario. Esta sanación, sin embargo, no es la sanación de la conciencia, no es la sanación del Espíritu, esta sanación es la sanación de las vestiduras del alma que hoy son bañadas en la sangre del Cordero para que una vez más se muestren blancas, límpidas y resplandecientes, inmaculadas, pues ésta es en verdad su naturaleza. La sangre del Cordero no es sacrificio de dolor y de sufrimiento. La sangre del Cordero no es el castigo y el juicio. La sangre del Cordero es el símbolo de la vida que fluye constantemente e indiscriminadamente para alimentar la llama interior de vuestros corazones.

Como Bodhisattvas, hijos e hijas, el Cristo encarna en vosotros. El Cristo se hace presente en la superficie de este planeta por medio de cada puerta que se abre para su regreso, para su resurgimiento, para su revelación en este mundo. Este regreso del Cristo, vosotros no debéis esperarlo en medio de los cielos, porque estos cielos son los cielos de vuestra propia conciencia, son de los niveles profundos y que siempre permanecerán intocados por el revolver del barro de la experiencia de olvidar. Es de estos niveles profundos, siempre puros y resplandecientes, pues vibrantes, que este Cristo surge, es de este cielo de vuestra conciencia que el Cristo regresa.

Hijos e hijas, Yo soy este cielo. Está ahí uno de los aspectos del símbolo de aquel que nace de la Virgen. Yo, la Madre universal, soy la Virgen Madre que permite el nacimiento de Cristo en vosotros. Un ángel viene a anunciar este nacimiento. Estos ángeles son hijos e hijas de Mi vientre, vuestros hermanos y hermanas que de un modo o de otro siempre os acompañan durante esta experiencia, pero que en este momento del nacimiento pueden revelarse más fuertemente, más próximamente de vuestra expresión material, dandose a conocer por su vibración, por su nombre, por su color, por su tónica, una tónica que vosotros instantáneamente reconocéis porque en esta tónica vibra una cuerda en vuestro corazón que facilita y permite recordar lo propio de vuestra esencia original. De todos modos, éste vuestro ángel de la guarda se establece a vuestro lado y constantemente auxilia al alma en el proceso de sacralización de la materia que anima este mundo, auxilia al alma para que ella despierte plenamente en su propio nivel y luego sea reintegrada en la Conciencia Plena, en el Espíritu universal y perfecto.

En simples palabras, éste es el proceso de sanación que se desarrolla en este planeta. Los Bodhisattvas son aquellas puertas que ya, de un modo u otro, en una medida u otra, conscientes de este nacimiento, se estabilizan como puertas para la revelación del Cristo cósmico, del Cristo de la Luz Viva. Son aquellos que aspiran al Buda, son aquellos que aspiran a la iluminación, son aquellos que aspiran a la Conciencia plena, al Cristo Cósmico, a la Sabiduría Solar, y que se disponen sólo como puertas, como simples puertas para la expresión de esta Sabiduría Solar, de este Buda, de este Cristo Cósmico.

Yo os acompaño constantemente, pues Yo soy la Virgen Madre. En mí vosotros daréis nacimiento al Cristo Cósmico. Hijos e hijas, por tanto, abríros para una comprensión más profunda y amplia del significado del Bodhisattva: un ser que aspira a la Conciencia Plena, se erige como una puerta para la expresión de ésta Conciencia Plena, al mismo tiempo que mantiene sus brazos y manos abiertos para el resto de vuestros hermanos y hermanas para que también ellos sean tocados por la sangre del Cordero y tengan sus vestiduras purificadas.

Estas son palabras simbólicas, no obstante la vibración que llevan os permitirá acceder a un nivel más profundo de comprensión de todo lo que vosotros vivís hoy en día en cualquier nivel, desde el nivel más superficial de vuestra vida, en aquello que se refiere a vuestras interacciones mundanas, hasta niveles muy profundos donde procesos muy difíciles de ser comprendidos por la mente se desarrollan y se llevan a cabo. En todos estos niveles, hijos e hijas, Yo estoy siempre presente ofreciendo el calor de Mi Sagrado Corazón de Fuego, esta llama que puede iluminar vuestro camino y volver esta senda más agradable, esta senda más dulce, más suave y más fácil de ser recorrida. 

Yo sigo al frente vuestro, limpiando de vuestro camino todas las piedras, dejando, sin embargo aquellas que fortalecerán vuestros pies para el camino.

Niños bien amados, el tiempo sólo existe por la interacción de la Conciencia con la Materia. El Espacio es Mi vientre ilimitado, no os prendais en el pasar del tiempo, pues en un momento yo puedo rasgarlo y remendarlo, como el tejido de Mis vestiduras. 

Vivid a cada momento atentos a vuestro servicio, atentos para que la puerta siempre esté abierta para que el Cristo se revele y la sangre del Cordero fluya a todos vuestros hermanos y hermanas para purificar sus vestiduras. Yo me revelo en cada corazón abierto a reconocer Mi Presencia y Mi toque de Amor. Para aquellos cuyos ojos todavía se vuelven hacia los fenómenos más superficiales de esta experiencia, para estos Yo también soy un soporte silencioso, desapercibido, pero siempre constante.

Volveré en medio de esta asamblea en las Tierras de Punira, al lado de Mi Monte Sagrado, para que iniciemos una serie de comunicaciones e intercambios respecto al papel del Bodhisattva en este núcleo de Fuego y Luz llamado Agnisangha. Yo bendigo e impulso esta Hoguera, pues esta Hoguera descansa en Mis manos y es constantemente avivada por el soplo de Mis labios. 

Hijos e hijas, si queréis avivar esta Hoguera debéis volveros hacia vuestro propio Corazón de Fuego, pues vuestro Corazón de Fuego es lo que alimenta esta Hoguera.

Bienaventurados todos aquellos que oyen estas palabras y abren su pecho para que en ellos sean depositadas Mis Letras de Fuego. Sois Sagrados, sois bendecidos. Recordad vuestra Esencia Divina, recordad el Cristo Cósmico que sois. Yo os bendigo, pequeños.

María, Reina de la Paz


Transcripción realizada por colaboradores de Agnisangha

Revisión final: Agnimitra
http://antena-protecao.blogspot.com.es/2013/11/mae-divina-111113-portas-para-o-cristo.html
Traducción: Ana María Beltrán