sábado, 10 de noviembre de 2012

Conectando el Corazón La doble burbuja protectora


Por Bárbara Rother

Estoy segura de que hay personas que se sienten bien protegidas de las situaciones que ocurren en la vida. Existe una cierta confianza conocedora en la que saben que todo está bien en su mundo y que las circunstancias dañinas simplemente les pasarán de largo. Sin embargo, somos seres humanos que vivimos en un mundo que, en ocasiones, presenta sus retos. Un poco de ayuda puede beneficiar nuestra capacidad de afrontar cualquier cosa que se cruce en el camino.

Es importante tener la perspectiva adecuada para saber cómo enfrentar la vida. Ustedes pueden ser pesimistas y preocuparse por cada minúsculo detalle y así crear un desorden incluso mayor. Aprendí esa lección desde muy joven, cuando tenía veintidós años. Steve y yo estábamos pasando por una dificultad financiera de la que teníamos que aprender. Nos sentíamos muy contentos pues íbamos a ser padres por vez primera, pero no sabíamos lo que nos esperaba. Yo estaba embarazada de casi nueve meses. Había dejado mi trabajo para poder estar en casa con el bebé. De un día para otro, la compañía para la que trabajaba Steve decidió despedir a un gran número de empleados y él se quedó sin trabajo. Y para colmo, el auto se averió y necesitaba un nuevo motor. Lo recuerdo como si fuera ayer. Le grité con fuerza a Steve: “¿Qué más nos puede pasar?” El espíritu debía estar escuchando y se rió, entonces me mostraron qué más podía suceder. Al despertar al día siguiente descubrimos que nos habían robado el coche. Nuestro amigo mecánico estaba tratando de instalar un motor nuevo en él. Alguien debió estar observando y decidió robarlo. Lo que no sabía era que las medidas del motor no coincidían y no se pudo instalar, por lo que el coche estaba sin motor cuando lo robaron. En ese punto Steve y yo nos largamos a reír y observamos la situación desde una nueva perspectiva. Ambos recobramos el ánimo y nos sentimos bendecidos por tenernos el uno al otro y a un maravilloso bebé en camino. Las dificultades financieras seguían formando parte de nuestra vida juntos, pero con esa nueva actitud sabíamos que sólo sería temporal. Y así fue.

Esa fue la primera vez que coloqué una burbuja protectora imaginaria alrededor de nosotros. En mi mente y corazón sentí que eso nos ayudaría a seguir adelante en la vida. Algunas personas se sienten mejor si llevan consigo un cristal. No es importante qué forma escogemos para contar con ese apoyo. Lo que es verdaderamente importante es saber ante todo que tenemos ese poder en el interior de nosotros mismos. Todo lo demás son solo herramientas que nos ayudan a recordar cuán mágicos podemos ser.

Desde entonces, mi burbuja protectora ha estado siempre conmigo. Cualquiera que tenga hijos sabe cómo nos preocupamos por su bienestar. Cuando nuestros dos chicos crecían, los despedía con esa frase. Cuando crecieron y comenzaron a conducir, definitivamente les decía en voz alta: “burbuja protectora alrededor de ti”. Cierta vez, uno de los chicos puso en marcha el auto para ir a una noche de diversión y yo le dije apurada: “Hasta luego, diviértete”. Se detuvo y preguntó: “¿Dónde está mi burbuja protectora?” Nos reímos de eso mientras lo abrazaba y le daba su burbuja. Como ven, ¡sus hijos sí los escuchan!

Hace muchos años, cuando Steve y yo estábamos comenzando a presentar los seminarios, me rodeaba con mi burbuja. Estaba en el centro de un gran círculo de personas. Dirigía una meditación en la que los participantes soltaban su negatividad arrojando sus pensamientos no deseados en el centro del círculo. Después, los conducía a un espacio de vida positiva. ¿Adivinen quién absorbió toda esa negatividad? Comencé a tener dolores de cabeza y malestar estomacal. Le pregunté a Steve cómo podía ayudar a los demás sin asumir sus problemas como si fuesen míos. Me preguntó: ¿por qué no te rodeas de una burbuja protectora invisible? De esa forma podía ver y sentir a quienes me rodeaban y al mismo tiempo también me cuidaba a mí misma.

Cierta vez, Steve y yo estábamos en Holanda presentando un seminario. Elke, que como muchos de ustedes saben es como una hija para nosotros, salió del evento muy tarde en la noche para conducir hasta Bélgica. Le puse la burbuja protectora alrededor y la abracé despidiéndola. Nos llamó unas cuantas horas más tarde obviamente molesta y alterada. Había tenido un accidente de auto que podría haber sido bastante serio. Casi chocó de frente con un camión y para evitarlo se estrelló contra una valla. Estuvo a punto de chocar contra un árbol. Cuando hablé con ella, me dijo “¡Mamá, esta vez tu burbuja protectora no funcionó!” Le dije que sí lo había hecho porque había salido ilesa. Así es como inventé la “doble burbuja protectora”. Es una versión mejorada de mi sello de protección para aquellos que significan mucho para mí.

¿Quién se beneficia cuando digo esas palabras? Yo. Así es como actúo y después suelto la situación. Sepan que en estos momentos estoy colocando la “doble burbuja protectora” alrededor de ustedes. Es mi manera de decirles que me importan.

Amor y Luz,

Bárbara

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