Original en francés
www.autresdimensions.com
Canalizado por: Jean
Luc Ayoun
Transcripción:
Véronique Loriot
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Traducción: Hedyn
Núñez
AUDIO
http://www.yakitome.com/data/6785485299/yak_qz613v08dKaqIMPB98O76NTFdqPxRqMhkVswcm3UiOpjv1hqoukqUllchnx7dPxmTHfO2NnTlDWSyVD4Ift_4hT0jT9GdanCTgeE_3ku.mp3
Soy el Maestro Philippe de Lyon. Hermanos y Hermanas en Cristo, bendiciones y Amor. Me expreso como Melquizedec de la Tierra, ya que es en esta Tierra, y sobre esta Tierra, donde están presentes que viven el encuentro con quienes Son. Voy a intentar expresar lo que es la vida en Cristo, mucho más allá de lo que se ha escrito, más como un ideal: ideal de perfección, de Amor, que no es a seguir como una imagen o un ídolo, sino a Serlo, que eso sea Desposándolo (como se lo han dicho las Estrellas), o que sea imitándolo, siguiendo sus pasos (sin seguirlo), exteriormente a través de una ideología o una creencia.
Es decir, devenir ustedes mismos, el Camino, la Verdad y la Vida. El Alfa y la Omega, no estar limitados por lo que caiga bajo los sentidos, sino más bien trascender, lo que son, y descubrir ese último Amor, Absoluto y Eterno, que los lleva a Ser, más allá de toda creencia.
La vida en Cristo, es convertirse en un Corazón Ardiente, un Corazón Transparente, que no tiene necesidad, de pegarse a marcos de referencias, de límites, que no tiene necesidad de justificarse, como persona, ni como vida. Es encontrarlo, siendo Hijo Ardiente del Sol, Príncipe Solar. Iluminar, en la conciencia de esta materia, todo lo que deber serlo. Forjando en ustedes, Transparencia e incorruptibilidad, no según vuestros criterios, sino según, sus criterios. Amor indefectible de la Verdad, más allá de la verdad de este Mundo. Cimentado, absoluto e inquebrantable, en la confianza, no en ustedes, sino en ese Principio. No ser afectado por cualquier injusticia, sino denunciarla, no para actuar y oponerse, sino para ponerle Luz.
Vivir el Cristo, es manifestar el todo poderoso (sin poder), Don del Amor de Ése que se ha dado y que se olvida, de ese que sobre la Tierra, es el más pequeño, el más insignificante, el más inexistente, pero que Es el Todo más allá de la insignificancia. Es rendir gracia a su Presencia, rendir gracia a vuestra Presencia, donde se forja la Permanencia, la no duda y el no miedo. Es vivir el Éxtasis del renunciamiento. Es vivir la Paz de la certeza, no imaginada o penada, sino realmente encarnada en esta carne, sobrepasando esta carne. La materia se transforma (del conjunto de este Universo) por la Presencia del Príncipe Solar KI-RIS-TI, por la Promesa de un Retorno en ustedes. Si le dejan todo el lugar, no siendo nada más sobre este Mundo, estarán llenos y colmados.
El llamado de María se desarrolla en el mismo tiempo del Retorno. Y les queda solamente Ser. Y solamente dejar el lugar. Más allá de toda petición, de toda voluntad. Los encuentros que viven son los resonadores de su desvelamiento, como del vuestro. Cristo no tiene nada que hacer de vuestras proezas y de vuestras realizaciones. Él viene simplemente a tenderles la mano y preguntarles: ¿Tú has Amado? ¿Eres Amor? El corta con el Fuego del Amor, por su Pasión, elevando vuestra Onda, vuestra Alma y vuestro Espíritu, en su soplo de Amor quemante, iluminante, consumando todo eso que puede ser todavía un freno. Como el Llamado de María, el viene a decirles ”Despierta” no tengas miedo. El viene como tantos otros, como nosotros todos, a Desposarse con ustedes, a fin de que no dependan de otra cosa más que de ustedes mismos, en la Gracia y en la Acción de Gracia. Él los quiere desnudos, sin parecer y sin maquillaje, sin vueltas, y los entrega a vuestra Libertad. El viene a asistir a vuestra Liberación, invitándolos a mirar, más allá de toda persona, a la Luz, a vivirla, a encarnarla, para elevar vuestra materia, y Liberar esta materia. El viene a Liberarlos de las leyes. El Sol tiene cita con ustedes, porque ustedes tienen cita consigo mismo. Todo eso que es apariencia y parecer, desaparecerá: ustedes entrarán, desnudos. No hay ningún espacio, ningún lugar, para esconderse de la Verdad, de la Verdad del Amor, no tal como lo quisieran, sino tal como siempre ha sido y siempre será.
Vivir el Cristo, es descubrir la fuerza inquebrantable, es vivir el Amor total.
El viene a decirles; ¿eres tú verdadero? Quieren elevarse, encarnándose, encarnando lo que son, realmente. Ahí está la Ascensión. Ningún discurso, ninguna mirada, ningún acto, puede ocultarse, o esconderse de la luminosidad del Hijo Ardiente del Sol. Todos los elementos Interiores que viven, ahí donde están, son para ustedes, el Llamado de la Luz. El Llamado va hacerse cada vez más apremiante, insistente, preguntando sin tregua, con insistencia: ¿Dónde estás? ¿Quién eres? El Llamado de KI-RIS-TI, lo realizaremos juntos, ustedes todos y nosotros todos, en la misma Unidad, después de haber acogido y portado la Luz. El tiempo del Llamado es de Ser, y Ser Luz, es no dejar nada a la sombra, de la suficiencia como del apego.
La Tierra, vuestra Tierra, y ese cuerpo, vive el encuentro con la Luz. Este encuentro, forja eso que no ha sido forjado en el inquebrantable Amor de la Verdad. Lo que cambia, como lo que resiste, en ustedes, no hace más que traducir vuestra manera de vivir el Llamado. En la manera en que respondan, se traduce o no, la ligereza o la facilidad del Corazón, por la calidad del Éxtasis. La resistencia a eso, ella misma; es bendecida porque les da a ver, lo que es sombra, no para juzgarla, sino para sea clara.
La vida en Cristo, es (en estos tiempos particulares) ser capaz de mostrar y de demostrar la humanidad, vuestra humanidad. Al encarnarla, ustedes se elevan. De vuestra capacidad a vivir lo que vuestra vida, incluso ilusoria, les da a vivir, muestran vuestra fuerza de Luz, la fuerza del Amor, donde no existe espacio para el menor poder, la menor ascendencia sobre alguien. Cristo viene a decirles: ¿Eres Libre? ¿Tú me Amas? ¿Es que tú te Amas ? Con una claridad tan fuerte que no dejará ninguna duda, ningún espacio para la duda sobre la Verdad. Vivir en Cristo en estos tiempos que viven, es la ocasión de mostrar vuestra Verdad y de ponderarla con la Verdad Absoluta. Vivir el Cristo, es ser Amor, más allá de toda contingencia y de toda atadura. Es emanar la Verdad. No estar más sometido a otra autoridad, que la suya propia, en Cristo.
Los tiempos que ustedes viven, encarnados, son los tiempos del milagro, en su acepción más fuerte. El Retorno a la Vida y a la Verdad, es la sola vía posible. Ustedes son el Fuego del Amor, el Fuego de la Eternidad. Son iluminación de la Alegría. Son eso que Es. Y acogiéndolo, se acogen a sí mismo. Los mecanismos de vuestra conciencia, vividos con más o menos intensidad, en los años que acaban de pasar, fueron otros tantos medios, de aproximarse a Él, como Él se aproxima a ustedes. Es este período que la ilusión del tiempo y del espacio van a aparecerles. Esta aparición de la alteración del tiempo y del espacio los conducirá a Él. Vuestros encuentro con los Dobles, con ustedes mismos, con el Sol, con todo Hermano o toda Hermana encarnado en esta carne, y abierto a la Verdad, son otros tantos argumentos para decirles: es ahora! Más allá de todo tiempo, haciéndolos permeables a la Verdad, de nuestras Presencias y de Su Presencia.
Lo que se desarrolla, en este momento (que es la misma cosa para cada uno), es vivida de múltiples maneras, según la claridad que les es propia, según el Abandono o no Abandono, según la resistencia o la no resistencia. Pero ahora cada uno, recibe exactamente la misma parte de Luz, la misma parte de Su Presencia. La diferencia vivida no viene, sino de ustedes y de ninguna otra circunstancia o elemento que de ustedes. En tanto que representante del elemento Tierra, KI-RIS-TI está ahí. Y hay una sola pregunta a hacerse y una sola: la de la Libertad. La Libertad pasa por la Gracia, por el Corazón, por la Onda de Vida. Entonces, la luz viene a decirles; ¿Eres Libre? No puede haber otra contingencia que el Amor. Es a eso que son llamados, en esta carne. Hacer la experiencia del otro, hacer la experiencia de todos los otros, es la vida en Cristo, incluso más allá de todo servicio, más allá de toda benevolencia y de toda atención, porque siendo el otro, no es necesario que exista la benevolencia o cualquier otra cosa, porque vivir eso es Ser Amor. Porque vivir en Cristo es ponerse en el lugar de cada uno, como de todos, no como un ideal o como una compasión, sino más bien viviéndolo realmente, enteramente.
He aquí la pocas palabras y las Vibraciones, que en cuanto Melquizedec de la Tierra, debía entregarles. No hagan de estas palabras y esta Vibración un ideal o un objetivo, más bien vuestra Verdad, que es la Verdad común. No vean, tampoco, adhesión alguna a una religión, sino a algo universal, haciéndolos aceptar y vivir: “yo y mi Padre somos uno”.
Hijos de la Ley de Uno, del Amor y de la Libertad, soy Maestro PHILIPPE y los bendigo, en Cristo y en la Eternidad. Así será mi saludo. El Coro de los Ángeles se une a mí. Hasta pronto.
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